Visitamos hoy una de las zonas más abandonadas de nuestro centro histórico (pulsar en el enlace superior para verla en conjunto). El entorno de la Casa de los Vargas se encuentra rodeado de edificios abandonados a su suerte, basura, pintadas, aparcamientos discutibles y una cierta inseguridad nocturna, todo ello a escasos metros de la catedral de Granada y de la zona comercial de la ciudad. La Casa de los Vargas se integra en una manzana bastante amplia que en el año 2007 era objeto de un proyecto urbanístico que concebía al palacio como un hotel de cuatro estrellas al que se añadirían otros doce edificios colindante para concebir un nuevo conjunto hotelero, con aparcamiento de 40 plazas incluido, que trataría de mejorar la imagen urbana de la calle Horno de Marina, todo con la idea de crear una parcela de predominante uso turístico, toda vez que a las espaldas del palacio se ha de acabar algún día el Centro García Lorca en la Romanilla. El proyecto se complicó cuando el Consejo Consultivo de Andalucía paralizó el proyecto en el año 2008 hasta que no se reformularan los aprovechamientos urbanísticos que la operación requería conforme a la ley. Desde entonces, entre la total ineptitud de un equipo municipal, más preocupado de absurdos ascensores o de pelearse con otras administraciones, y el recrudecimiento de la crisis económica, nada se ha puesto en marcha, poniendo en peligro la conservacion de un palacio que es considerado Bien de Interés Cultural.
Este es el penoso aspecto que presenta en la actualidad la calle Horno de Marina, llamada así seguramente por el nombre de la propietaria del horno que en ella hubiera.
La Casa de los Vargas (antiguamente llamado de los Salazar) es un buen ejemplo de arquitectura señorial granadina de mediados del siglo XVI, aunque fue bastante transformado en el siglo XVII. Su portada, con arco campanel y almohadillado de piedra, es del año 1626. De su interior destacan elementos como la cúpula de su escalera principal, la armadura que cubre el salón principal, el patio peristilado y un amplio jardín posterior. Sobre la portada aparece un cartel que hablaba de la "próxima apertura" de un hotel de cuatro estrellas. A la derecha, un ejemplo de la rejería de forja que guarda sus ventanas. En la segunda fotografía se puede observar mejor la fachada de fábrica de ladrillo, así como la bella galería de arcos de medio punto que culmina la fachada de una manera muy peculiar.
Esta fachada corresponde a un añadido de la Casa de los Vargas, de menor altura, que presenta un estado bastante más lamentable y cuyo interior se encuentra totalmente destrozado. En la fachada destaca la extraordinaria fábrica de ladrillo, la forja de las ventanas y el escudo nobiliario que aparece entre ellas.
Abandonamos un momento la calle Horno de Marina para acercarnos a una de sus bocacalles: el callejón de Castillejos, que tras este largo pasillo hace un par de dobleces para desembocar en la plaza de Castillejos primero y a San Jerónimo después. En esta calle se han rehabilitado bastantes edificios para crear apartamentos de alquiler, aunque su aspecto es generalmente bastante solitario, muy distante de cuando en ella habitaban muchas familias de los mercados cercanos junto con su abundante chiquillería, que convertían el callejón casi en un patio de vecinos. En la foto diurna, más ampliada, podemos observar el contraste entre los nuevos edificios, de ventanas totalmente simples, con la maltrecha y antigua fachada que cierra la vista de la calle y en la que se puede observar cosas como la policromía del tejadillo que cubre la ventana inferior.
Ya de nuevo en la calle Horno de Marina, justo a la salida del callejón de Castillejos, vemos algunas de las operaciones de reconstrucción, aunque realizadas con distintos puntos de vista. La que aparece de frente ha mantenido en gran medida la estructura originaria de la fachada de ladrillo, con la portada de piedra almohadillada y balcones con cierto encanto. A la izquierda una fachada con menos encanto, totalmente nueva, que forma parte de otra operación urbanística (esta vez no hotelera, sino residencial) que intenta regenerar una zona donde se quiere abrir la comunicacion entre las calles Málaga y San Jerónimo, hasta ahora taponada. Además de todo esto, si nos fijamos en la portada que aparece en la esquina inferior izquierda de la fotografía y que permanece a duras penas tras la destrucción de todo el resto del edificio, observamos un escudo nobiliario bastante gastado, en este caso de los Roncal.
Y ahora una muestra más, si cabe mucho más contundente de la falta de control y de dejación de sus funciones del actual equipo municipal de gobierno, aún más hirientes cuando vivimos en una ciudad tan monumental como turística. Este es el estado en que se encuentra el solar aledaño a la Casa de los Vargas, cuya pared lateral aparece rodeada de basuras y escombros sin que ninguno de los responsables municipales se inmute.
Dejamos la calle Horno de Marina para centrarnos ahora en la calle Lucena, eso sí, sin abandonar la manzana donde se inscribe el BIC de la Casa de los Vargas. Vemos aquí un ejemplo de esas antiguas pensiones o casas de huéspedes que permanecen en centro de la ciudad para alojar a los transeúntes o residentes fijos con la economía más modesta, esos que a pesar de tanta operación urbanística, también tienen derecho a vivir y a alojarse. Justo encima de la puerta de entrada aparece una deslucida placa que nos recuerda que en este mismo lugar estuvo el primer hospital creado en nuestra ciudad por San Juan de Díos en 1539. A la derecha, un vetusto portón de madera tiene la originalidad de ofrecer mediante escritos a tiza tanto reclamos comerciales ("se vende banco y herramientas de carpintero y algunas cosillas más") o reflexiones filosóficas ("son infinitos el Universo y la estupidez humana").
Y finalmente entramos aquí en uno de los callejones más ocultos de nuestra ciudad. A la derecha de la pensión Pórtugos y hacia la mitad de la calle Lucena se abre el Callejón de Lucena. Nos encontramos con uno de los más estrechos callejones de nuestra ciudad, que antiguamente daba entrada a un pequeño barrio casi cerrado al resto de la urbe, pues al final de la parte que vemos, justo detrás de donde vemos la verja, el callejón se abría en dos para seguir distintos caminos que volvían a encontrarse después de rodear una manzana totalmente rodeada por el callejón. Como ocurría con el callejón de Castillejos, el callejón de Lucena tenía hace unas décadas un ambiente totalmente humano, de amplias familias humildes que fueron abandonando el lugar en busca de mejores condiciones de habitabilidad. Vemos en la segunda fotografía como los aleros de las casas casi se tocan, impidiendo que el sol penetre en el callejón en ningún momento del año.
.Al otro lado de la verja que cierra el primer tramo del callejón de Lucena, podemos observar este penoso paisaje urbano, como digo, a pocos metros de la catedral granadina. Una descristalada farola con la típica forja granadina es lo único que nos hace pensar que estamos en el centro de Granada y no en Sarajevo después de los bombardeos. Es de suponer que algún día, cuando los políticos granadinos sean más sensatos y la crisis acabe, esta zona de Granada merezca también la atención de las instituciones y de los propios granadinos.
Una pena que un edificio como ese no esté rehabilitado y destinado a unuso comunitario.
ResponderEliminarHay muchos edificios así en Granada. Dejarlos cerrados es perderlos; venderlos es perderlos. Tal vez, rehabilitar y conceder temporalmente (para oficinas, hotel u otros usos)sería una solución que evitaría que se cayeran a pedazos o dejaran de ser patrimonio nuestro.
El entorno es para poner al alcalde a barrer todas las mañanas.
AG
Hoy, tratando de fotografiar la casa de los Vargas, he hecho casi este mismo recorrido. Muchas gracias por tu descripción. Y dado que la casa de los Vargas no tiene entrada en la Wikipedia, te animo a que, como propietario del copyright de este post, lo traslades allí para que finalmente lo tenga.
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