En ese maravilloso continente que es el Albaicín granadino hay algunos rincones con un sabor tan distinto y tan especial que pudieran ser ellos solos, tan pequeños, un barrio entero. Este es el caso de la calle del Beso, un nombre tan evocador como sonora es la palabra. Y la calle no disminuye la belleza de la palabra, sino que la incrementa, bien por el especial paisaje urbano que la enmarca, bien por el buen hacer de sus vecinos para hacer de esta estrecha y pequeña calle un pequeño santuario en las faldas del Albaicín bajo. Y junto a ella, uno de los edificios más peculiares del Albaicín, con un nombre no especialmente bonito, pero rotundo, una Casa de Porras que pasa por ser uno de los edificios más singulares del Albaicín, tanto por su calidad artística como por el uso que de este palacio hace la Universidad granadina.
Si subimos por la Cuesta de San Gregorio, culminada la Calderería Nueva, podemos coger la primera callejuela a la derecha, que no es otra que la Cuesta de las Arremangadas (sería fácil descubrir el porqué del nombre si llevaramos las largas zayas de las mujeres de otras épocas por sus escaleras empinadas), calle que va a salir a San Juan de los Reyes. Pero a medio camino de estas arremangadas se escapa un precioso beso en forma de calle. En las dos siguientes fotografías, desde ángulos opuestos de la calle, podemos observar el íntimo ambiente que se forma en el reducido espacio de la calle. La salida zigzageante hacia la Plaza de Porras, la sugestiva mezcla de colores de sus fachadas, el empedrado ya algo trillado, pero que se embellece con el musgo naciente tras las primeras lluvias, los juegos geométricos de sus ventanas, y en fin, su estampa albaicinera, pero de ese Albaicín callado y oculto a la mayoría de las pisadas, casi más de adarve que de calle, casi más de patio de convento que de lugar de tránsito. Todo eso hace especial a este trocito del Albaicín bajo.
Pero esta pequeña calle da más de sí. Hay algo que la hace más especial y es la leyenda que le da nombre. En una reciente rehabilitación para construcción de unos apartamentos (a los que se accede también desde la calle San Juan de los Reyes y en los que se conserva algún pequeño resto de la muralla ziri granadina, como su nombre indica) se tuvo el acierto y el detalle de colocar en la pared un precioso grupo de azulejos que sirven de base para contar la historia de la leyenda y de su calle. Ampliando la foto se puede leer bastante bien, por lo que no lo voy a reiterar. Tan solo decir, como se cuenta al inicio de la leyenda, que esta calle antes de llamarse del Beso, se llamó del conde de Cabra.
En las dos siguientes instantáneas se puede ver desde puntos de vista opuestos la salida de la calle del Beso hacia la placeta de Porras. Cuando vamos saliendo de la estrecha calle nos topamos con un impresionante muro sobre el que sobresale la exhuberante vegetación del carmen que se esconde tras él y del que hablaremos más adelante.
Pero al dar la vuelta al pretil que tapia la calle del Beso a su izquierda, cambiamos las frondosas tapias de los cármenes albaicineros por la maciza fachada de la Casa de Porras, que se ve en gran medida suavizada por la preciosa portada por la que se accede a su interior. Se trata de una fachada de sillería y de estilo plateresco en la que destacan elementos como su arco carpanel, el escudo de alguno de sus propietarios (no corresponde a la familia de los Porras) o la grácil ventana enmarcada en columnas. Lástima que hasta aquí han llegado también las pintadas de algún cafre que pierde todos sus argumentos con este atentado contra el patrimonio de todos.
La Casa de Porras alberga actualmente una especie de Oficina del Estudiante de la Universidad de Granada en la que aparte de para exposiciones temporales, se usa sobre todo para la realización de distintos talleres tan variados como interesantes entre sus salas. Tiene un bonito y pequeño patio peristilado del que destacan las techumbres y sobre todo, al menos para mi gusto, la balaustrada de madera, en especial la del segundo piso. Como en todo patio granadino que se precie, no puede faltar el refrescante pilar de piedra de Sierra Elvira.
Según salimos de la Casa de Porras por su puerta principal, tenemos dos perspectivas según miremos a izquierda o derecha. Si miramos a la derecha, tenemos una preciosa casa que por su lado posterior da a la calle San Juan de los Reyes. Es una interesante casa del siglo XVII a la que se conoce como Casa de Martínez de Castilla.
Si miramos hacia la izquierda, vemos parte de lo que es el Carmen de los Cipreses (algunos de sus jardines rebosantes los vimos antes a la salida de la calle del Beso). El Carmen se fundó en el año 1870 y se compone de tres pisos construidos en ladrillo, culminando en una torre de la que se suponen grandes vistas a la Alhambra. También se hablan maravillas de sus jardines, pero no solo por la belleza de sus plantas, sino porque en ellos solía reunirse con sus amigos Ángel Ganivet en unas envidiables tertulias literarias.
Magnífico blog. Me encantan los temas granadinos, así que , buscadno documentación sobre la leyenda de la calle del Beso, he entrado aquí, he recorrido varios posts y me quedo: acabo de enlazar este blog al mío.
ResponderEliminarAG
Muy buena entrada de tu blog. Si necesitas cualquier cosa de Casa de Porras estamos a tu plena disposición para todo lo que necesites, siempre que sigas haciendo tan buenos textos.
ResponderEliminarFascinante leer tus entradas. Un saludo.
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