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24 abril, 2010

GRANADA HACE DOS DÉCADAS

Presento aquí una serie de fotos que tomaría entre finales de los años 80 y principios de los 90 en el siglo XX. Con ellas me doy cuenta de cómo en la mayoría de las ocasiones, las ciudades cambian más que las personas y están en continua evolución y transformación de su paisaje. A veces el cambio es para mejorar la vida de sus habitantes y en otras muchas ocasiones se ver perjudicado tanto el medio ambiente como la salud y la calidad urbanística de toda la ciudad. En todo caso, el cambio de imagen de las ciudades es inevitable y de todos depende que no llegue a ser traumático para su futuro, tal como ocurriría si alguna vez se hiciera esa barbaridad del cierre de la Circunvalación por el Este. Aunque de este tema ya hice una entrada el 18 de febrero, nunca está de más tener presente que ese no es el camino para la movilidad en Granada y su área metropolitana, y mucho menos si va acompañado de la destrucción de la única zona natural que le queda a la capital.

Aquí se muestra la Vega de Granada a las puertas de la ciudad, justo desde las obras de la Primera Circunvalación de la ciudad, a la altura del Parque García Lorca. Desde donde está sacada esta foto, en la actualidad sigue siendo teóricamente Vega, aunque ahora no hay tanta densidad vegetal y sí hay muchas más construcciones salteadas por la zona.

Aquí se muestran las obras de la Primera Circunvalación, que atravesaron la Vega como un rodillo, eso sí, lo más cercano a la ciudad que se pudo. A la izquierda se observa el terreno donde se situaría el Parque García Lorca. También faltan en la foto las torres de Neptuno o del Hotel Nazaríes que poco a poco han ido aumentando el volumen edificatorio de la zona, ya suficientemente denso en aquella época, como muestran los edificios de la calle Arabial.

El paseo del Violón es quizás una de las zonas que más ha cambiado en estos últimos años. Como vemos, tras la desaparición de la Sociedad de Tenis en la zona, los terrenos se convirtieron en un erial del que aún se echan en falta el Palacio de Congresos, el Hotel de San Antón o los jardincillos cercanos a la Ermita de San Sebastián, junto a la nueva plaza de Rotary. También es curioso observar en la foto cómo se conserva la iluminación y parte del asfaltado de la antigua salida de la carretera de Motril por la zona, que hacía una característica curva para evitar el Alcázar del Genil.

Este es el estado que presentaba por aquellos años el Alcázar del Genil, monumento árabe muy desconocido en la ciudad por estar algo alejado del centro histórico. Afortunadamente se restauró y posteriormente se le dio un uso que facilitara su conservación como es ser sede la Fundación Francisco Ayala, uno de los granadinos más justamente universales.

He aquí una muestra de la destrucción que la especulación inmobiliaria provoca en nuestras ciudades. Este palacete ubicado en la calle Alhamar ya no existe. Su arquitectura personal y única dentro de un barrio que, como se observa en la foto, fue pronto avasallado con grandes bloques de viviendas, fue echada abajo hace unos años para construir un hotel de fachada insulsa. Su combinación entre los trazos horizontales de su cuerpo central con los torreones verticales, el uso de los arcos de medio punto en su segundo piso o el realce de los tejados, entre otros valores del edificio, hubieran merecido otro trato por parte de las autoridades municipales y de toda la sociedad granadina, que no hizo nada para detener su derribo.

El río Genil presentaba ese aspecto a su paso por los jardines del Genil antes de que procediera a su embalsamiento y a su cimentación. Personalmente creo que perdió con el cambio, y que solo hubiera bastado una labor continua de limpiado (igual que ahora) para que hubieramos tenido un río más natural a su paso por Granada. También han perdido con el reciente cambio los járdines del Genil, sobre todo en la desaparición de los parterres que separaban los senderos de los jardines y que creaban, a mi parecer, un ambiente más natural y acogedor.

En este foto se muestra clarísimamente el proceso salvaje de urbanización que sufrió el barrio Figares en estas décadas y que acabó con el palacete de la foto anterior. Se están construyendo los edificios de soportales de la calle Agustina de Aragón, justo enfrente de la antigua fábrica de harinas, El Capitán, que aprovechaba las aguas de la Acequía Gorda, hasta hace poco descubierta por la zona. Frente a los ladrillos de la fábrica, de 1876, vemos cómo los nuevos edificios apenas han dejado una mínima zona de calle, algo poco comprensible cuando ya en aquella época se entendía la necesidad de hacer grandes viales en las nuevos planes urbanísticos. La especulación salvaje y la excesiva macización de la ciudad hacen de este paso estrecho una de las mayores incongruencias del urbanismo moderno en nuestra ciudad.

Aquí se ve la plaza de Isabel la Católica, antes de que sufriera la remodelación que la hizo en buena parte cerrada a los vehículos. Por desgracia, ya estaba construido en aquella época el horroroso edificio que cierra las perspectivas de la Gran Vía, y que quizás sea la mayor cagada (lo siento, no se me ocurre otra palabra mejor), de las muchas que hay, que los arquitectos han dejado en nuestra ciudad, especialmente en su centro histórico.

Aunque la foto no es de mucha calidad, se observa la Plaza del Carmen con vehículos y motos ocupando gran parte de su espacio público. También se observa al Ayuntamiento con su anterior imagen antes de la remodelación del alcalde Moratalla, que quitó el remate de la fachada para colocar un caballo que sigue siendo polémico.

Finalmente una fotografía en la que se aprecia a la derecha el Mirador de Rolando, entonces en ruinas y ahora restaurado e inmerso dentro de una nueva urbanización de viviendas unifamiliares, las cuales no estaban cuando se hizo esta foto. En el resto de la imagen se observa una ciudad, la de la zona norte, que ha cambiado poco desde entonces, y que harían preguntarse a alguien viendo esta toma si realmetne se encuentra en una de las ciudades más bonitas de nuestro país.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Como curiosidad, una de las casas que aparecen en esta entrada (Palacete de la calle Alhamar) ha sido la inspiradora de una novela recién publicada:

http://www.cicutadry.es/una-casa-respetable-jaime-molina/

Un saludo, buen artículo crítico con lo que Muñoz Molina llamó "la destrucción sistemática del barrio Fígares" (entre otros de Granada)

Yomes dijo...

Soy vecino del bario Fígares. Llegué a este blog buscando fotografías del río Genil antes de que lo hormigonaran, y ver cómo era mi barrio antes de que yo naciera y durante mi niñez ha hecho que me pique la curiosidad. ¿Hay más fotografías similares? ¡Me encantaría verlas!

Anónimo dijo...

¡Qué pena de ciudad! La culpa es de la incultura y el poco cariño de los granadinos por su ciudad.