Visitamos hoy uno de los lugares, que en nuestra provincia son muchos, que conjugan la facilidad del acceso con la belleza de su entorno. Lo que sí es bastante conocido del lugar que visitaremos es el Área Recreativa Fuente de los Potros; quizás demasiado conocida, pues tanto en primavera como en otoño, en los días de ambas estaciones en que se permite el uso de las parrillas para que las personas que allí acuden hagan sus barbacoas, el aparcamiento y el acceso al lugar (a través del desvío que va hacia la Venta del Molinillo desde la A-92) se ven colapsados los fines de semana, incluso creando algunas situaciones de peligro cuando tantas personas acuden a un lugar con tanta naturaleza que estropear. Pero siempre hay días u horas en las que la masificación se puede evitar y así disfrutar de unos parajes indescriptibles como los que se pueden observar aquí, incluidos estos álamos que dan sombra al Área Recreativa.
Pero no hemos llegado hasta aquí simplemente para comer. Desde aquí se pueden hacer bastantes rutas, algunas largas como los 19 kms. que separan la Fuente de los Potros del Centro de Visitantes Puerto Lobo, pero nos vamos a concentrar aquí en un sendero circular que se encuentra en aceptables condiciones de señalización después de ser balizado hace algunos años por la Junta de Andalucía. Este es el principio del sendero, justo al lado de una pequeña área de juegos infantiles.
La primera parte del sendero es compartida con otro senderito de apenas 15 minutos (por eso, en la anterior fotografía aparecen dos cartelones) que, como se observa en la foto, está perfectamente preparado para que puedan disfrutar de él personas con alguna discapacidad o para poder llevar carritos de niño. En la parte más elevada de su recorrido hay algunas zonas en el que el pavimento liso se ha deteriorado un poco por el natural desgaste, pero aún está aceptable. Pese a su corto itinerario, en él se advierte un precioso bosque de transición entre los pinares y una vegetación puramente mediterránea de encinas o quejigos, junto con alguna vegetación de ribera que se acomoda al frescor del arroyo que desemboca junto al inicio del sendero.
Pero al rato de subir por este sendero acondicionado, lo dejaremos para seguir el llamado Sendero de las Mimbres, sendero circular de aproximadamente hora y cuarto-hora y media y que básicamente lo que hace es rodear la Casa Forestal del mismo nombre. La Casa Forestal de Las Mimbres, que se vislumbra entre la vegetación fue hasta no hace mucho un centro de recuperación de aves rapaces (de ahí que se encuentre dentro de un perímetro vallado para en su momento rechazar visitantes indeseables).
La vegetación que sube hacía los tajos calizos que cierran el paisaje hacia el Norte es como digo diferente a los pinares que nos han acompañado por la A-92 y por el acceso hacia el Área Recreativa. Ahora son las encinas, quejigos, robles incluso, los que acompañan a una gran variedad de plantas aromáticas, como la lavanda o el espliego, lo que va hacer de gran parte del recorrido un auténtico placer para los sentidos y un gran libro abierto para el que quiera enseñar a sus hijos lo que es el bosque mediterráneo en su esencia más pura.
Hacia el Sur, y en las ocasiones en que se abre el bosque, podemos observar unas vistas que (perdón por la inmodestia del ser granadino) me recuerdan esos paisajes canadienses que uno sólo ha visto en fotos o documentales. Se abre el horizonte hacia los amplios pinares que se asientan sobre el centro del Parque Natural, culminando el paisaje como telón de fondo con la impresionante Sierra Nevada. Realmente es una delicia, después de la pequeña ascensión con la que comienza el sendero, verse recompensando con estas increíbles vistas, que, tal como se aprecia en las fotos, se pueden disfrutar tanto en una fresca tarde de verano como en un día soleado de invierno.
Y tras culminar la subida inicial, el sendero llega a la Acequia del Fardes, una acequia de época árabe, al menos lo que fue su primera construcción. Nace en Fuente Grande (no confundir con la más conocida de Alfacar), que se encuentra cerca del poblado de Prado Negro, y culmina en el río Fardes para así llevar el agua hasta la campiña de Cogollos Vega y alrededores. El sendero discurre junto a la acequia un buen tramo, siempre rodeado del encinar-quejigal, bastante frondoso como se aprecia. Avanzada la acequía, justo pasado el arroyo Majalijar comienza un sendero mucho más estrecho y dificultoso que conduce hacia el pico del mismo nombre, o ya en plan más animoso, hacia los parajes serranos de Deifontes, cruzando la Sierra Arana, aunque esos paseos más largos los tenga ya algo olvidados y tendrán que recurrir a los numerosas webs y blogs de experimentados senderistas para descubrir esas rutas.
A lo largo de la acequia del Fardes podremos observar estos antiguos puentes, que se realizaron para el paso del ganado o de los carros o burros utilizados para cargar con la leña de las encinas que los pocos residentes de la zona necesitaban para sus hogares. También se usaban para evitar que los arroyos que cruzaban la acequia la aterrasen (de esta forma, la tierra se situaba sobre el puente y no sobre la acequia).
Al buen rato de seguir la acequia, se nos marca que debemos dejarla y descender por un sendero más amplio. A nuestras espaldas vamos dejando ese extraordinario bosque que en otoño-principios de invierno ofrece este verdadero contraste de colorido. También la vista se vuelve hacia los tajos de las Buitreras, o hacia los de Los Halcones o hacía las Chorreras, que muchos nombres hay en estos lugares para tantos tajos que los guardan desde el Norte. Dejamos atrás las encinas, los quejigos, los ocasionales robles y todo el sotobosque que componen las jaras, las zarzamoras, los majuelos o las retamas entre otras especies.
El sendero se va ampliando, de vuelta a los pinares, y esa amplitud mayor nos permite disfrutar de nuevas vistas de Sierra Nevada y, en la época adecuada, por ejemplo tras un deshielo, del verdor que inunda todo el paisaje.
Siguiendo la ruta marcada, llegamos hasta el Cortijo de las Chorreras que, como se ve, se encuentra abandonado y en ruinas, lugar donde hace ya algún tiempo residió alguna de las pocas familias que residían en esta zona. Después de pasar por este cortijo, el sendero busca su camino de vuelta a la Fuente de los Potros, entre pinares y con la satisfacción de haber disfrutado de unos lugares increíbles con no demasiado esfuerzo. Ojalá se respeten para que muchas generaciones sigan haciéndolo.
Y despedimos esta excursión de nuevo volviendo la mirada hacía el Norte, hacía el Majalijar, el pico que a veces emerge sobre los tajos más cercanos, como vigilándolos; quizás vigilándonos a nosotros, los intrusos que nos atrevemos a penetrar en sus bosques. Los que aquí han quedado interesados en estos lugares, sólo apuntar de nuevo que el Sendero de las Mimbres es de los senderos que, en la relación siempre complicada entre facilidad de los mismos y belleza de los paisajes, siempre sale ganando, además de estar bien señalizado y acondicionado, en líneas generales. A lo mejor nos vemos algún día por allí.
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