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23 julio, 2011

EL JARDÍN BOTÁNICO DE GRANADA

Situado entre las calles Duquesa, Málaga y Escuelas, y adosado a la Facultad de Derecho de la Universidad de Granada (a quién pertenece) se encuentra el Jardín Botánico de Granada, un jardín pequeño (casi 3.000 metros cuadrados) comparado con el de otras ciudades, pero que supone un oasis de verdor y conocimiento en medio del apretujado plano granadino. Se mandó construir en 1873, una vez que Carlos III permitió el tralado de la Universidad al edificio que habían ocupado los jesuitas antes de ser expulsados en 1769. A partir de estas fechas, conforme se van derribando algunos edificios ruinosos aledaños, se va creando el Jardín Botánico hasta su conclusión ya en el siglo XIX. Ha sido rehabilitado varias veces y afortunadamente, ahora se puede pasear por él tranquilo, pues hasta no hace mucho, sus paseos eran utilizados como aparcamiento. Para su visita hay que acceder desde la Facultad de Derecho y a pesar de su reducido tamaño, merece la pena una visita a un Jardín que casi todos conocemos por fuera, pero al que casi nunca entramos para conocerlo.

La entrada principal da a la calle Duquesa y está labrada en piedra de Sierra Elvira. A ambos lados de la portada aparecen dos relieves esculpidos por Francisco Morales en 1877 y que representan a dos conocidos botánicos de aquella época: El sacerdote José Cavanilles y el médico De la Gasca y Segura.

La verja que rodea y progege al Jardín Botánico acaba de ser restaurada durante los años 2010-2011, debido al progresivo deterioro que venía presentando, tanto en su parte pétrea como en la metálica. La verja se realizó a finales del siglo XIX para sustituir a una anterior tapia y tiene una longitud aproximada de 160 metros y aunque en su mayor parte está realizada en un material férrico, se encuentra sustentada por un basamento de piedra caliza de Sierra Elvira. Se trata en definitiva de un elemento protector del Jardín, pero que gracias a su extraordinaria obra, coronada por unos esbeltos jarrones, se convierte en un adorno artístico muy bien integrado en su entorno urbano.

Aquí podemos ver un plano del Jardín Botánico, en el que podemos encontrar de forma detallada todas las especies que alberga así como su situación. Plantas medicinales como el tomillo o la hierba luisa conviven con otras trepadoras como bungavillas o el jazmín de San José, y todo ello se mezlca con los enormes y antiguos árboles que destacan cuando se observa el Jardín desde el exterior. Árboles más cercanos como el magnolio, tilos, el laurel, las palmeras o incluso alguna encina y alcornoque, conviven con otros más raros como el ejemplar de sófora o el de caqui de Virginia. Tampoco faltan hiedras, celindas, adelfas, ciclamen, naranjos o mandarinos, todo ello mezclado en un hermoso caos de vegetación. 

En el rincón que ocupa el ángulo formado por la confluencia de las calles Málaga y Escuelas, se encuentran un pequeño estanque, reminiscencia del que ocupaba las huertas jesuíticas y ahora en una zona dedicada a las plantas acuáticas. En el centro del estanque nos encontramos con el monumento dedicado a Francisco Giner de los Ríos, una de las mentes más claras que ha dado nuestro país, fundador de la Institucion Libre de Enseñanza y que estudió Filosofía en el edificio aledaño.


Entre los magníficos ejemplares que se muestran en este Jardín Botánico, destaca un ginkgo biloba, un fósil viviente cuyos antecesores poblaron nuestro territorio hace 150 millones de años. Se trata de un árbol sin parientes vivos, originario de China y que en otoño muestra un precioso tono amarillento en sus hojas que hace la delicia de los paseantes. Junto a él se ha colocado, con acierto, un poema labrado de la eminente poetisa granadina Elena Martín Vivaldi, que se puede leer ampliando la imagen, aunque recomiendo acercarse al propio jardín para disfrutarlo, sobre todo cuando llegue el otoño.


Para terminar dos imágenes más de este Jardín del que todos los granadinos podemos estar orgullosos, a pesar de su reducido tamaño. Sólo hay que entrar por monumental puerta de la Facultad de Derecho para poder acceder desde el interior del edificio a este remanso de paz, belleza y conocimiento en pleno centro de nuestra ciudad.



1 comentario:

Francisco Pelegrina dijo...

El monolito que Ud. indica dedicado a Francisco Giner de los Ríos está dedicado a su sobrino Fernando