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22 agosto, 2010

LA PLAZA FONTIVEROS: HISTORIA DEL MOVIMIENTO VECINAL


En un tiempo en el que las actitudes individualistas y el rechazo a todo tipo de asociacionismo están en pleno auge, no viene mal recordar algunos ejemplos de cómo la agrupación para conseguir determinados objetivos es la única forma de vencer a los poderes establecidos cuando se extralimitan en sus funciones. Así, en un movimiento vecinal cada vez más desangelado, convendría, antes los retos del futuro de nuestra ciudad, recordar la lucha que supuso en su momento la reivindicación de los vecinos de los Vergeles para que la Plaza de Fontiveros fuera un pequeño oasis en medio de un barrio que fue claro ejemplo del urbanismo salvaje y lucrativo de los últimos ayuntamientos predemocráticos. Entre los altos y cerrados bloques había permanecido un pequeño solar sucio y terroso y que los vecinos empezaron a reivindicar para su uso como plaza acondicionada entre tanta barbaridad edificatoria. Fueron los finales de los años 70 del siglo pasado los que vieron la movilización de los vecinos de los Vergeles para que el nuevo ayuntamiento democrático presidido por el socialista Antonio Jara no olvidara su promesa de hacer un espacio digno en aquel solar. Especialmente emotivo fue el mes de junio de 1979 en el que los vecinos demilitaron con macetas los distintos espacios del proyecto de la plaza para ayudar a su reivindación. Finalmente, tras rechazos de propuestas parche del equipo municipal, tras muchas asambleas, manifestaciones y reuniones, los vecinos pudieron saborear su pequeña victoria con la inauguración de la nueva Plaza de Fontiveros, el 20 de noviembre de 1982, a la que asistió, entre otras autoridades, el entonces alcalde de Barcelona Narcís Serra, por haberse colocado en esta plaza una réplica de la fuente de Canaletas donada por la capital catalana a la ciudad de Granada. Al final, con el paso del tiempo, muchos políticos y vecinos han olvidado lo que costó que la plaza fuera una realidad, y se ha ido convirtiendo en un espacio marginal del barrio, con el descuido de los járdines añadido. Incluso suena a recochineo la falta de respeto que supuso la colocación en una esquina de la plaza de una escultura difícil de digerir y de clasificar. Aunque para muchos, esta plaza siempre significará un ejemplo de la lucha vecinal que nunca se debió de perder y que tanto trabajo hace falta para continuar con la mejora de las condiciones de vida de nuestros entornos más próximos, nuestros barrios, sobre todo cuando volvemos a tener alcaldes que tanto nos recuerdan con sus acciones a los que mandaron en el franquismo.

Ejemplo claro de la urbanización salvaje de los años 60 y 70 en Granada es esta urbanización de los Vergeles y cuyos vecinos de entonces fueron los que lucharon por la Plaza de Fontiveros.

Réplica de la fuente de Canaletas de las Ramblas barcelonesas en el centro de la plaza; por cierto una fuente de la que no mana agua desde tiempos inmemoriales.

Escultura inclasificable que afea, al menos a mi corto entender, el ya de por sí degradado entorno de la plaza, que se ha quedado olvidada entre las obras provocadas por el alcalde en su absurdo afán de proteger el tráfico privado contra el uso de las piernas, las bicicletas y el transporte público.

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