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04 mayo, 2010

EL DETERIORO DE LA ALCAICERíA


Aunque la Alcaiceria actual no es más que lo que permanece de un pastiche árabe que se hizo tras el incendio de 1843 que destruyó totalmente el tradicional mercado de la seda, no hay que negar que durante los últimos decenios se ha convertido en un espacio importante desde el punto de vista turístico, tanto por constituirse en un nuevo zoco de artesania y recuerdos turísticos, como por el ambiente pintoresco que le infunden sus estrechas callejuelas y la decoración que simula los arcos y la epigrafía árabes. Pese a ese valor turístico, y en cierto modo artístico, aunque sólo sea como recuerdo de lo que hubo en su tiempo en este mismo lugar, debería tenerse un mínimo respeto hacia esta zona, sobre todo desde las administraciones y en especial desde el Ayuntamiento.

Sin embargo, observamos cómo en los últimos años se ha ido degenerando la zona mediante una renovación edificatoria que nunca llega, una nula gestión para acabar con cableados y otros elementos que distorsionan la imagen unitaria y bella del conjunto, por no hablar de la renovación de un pavimento que ha obviado el tradicional empedrado granadino en una zona en la que estaba especialmente recomendado su uso para completar la idea de conjunto urbano de especial belleza y tradición, situado junto a los principales monumentos del centro de la ciudad. En su lugar se ha colocado un pavimento, que aparte de resbaladizo, me recuerda a aquellas casas de pueblo en las que los azulejos de cuarto de baño han sido sacados a la calle, desentonando con la tradicional fachada andaluza, blancas de cal. Esta última acción, generada de nuevo por el peor alcalde que ha tenido esta ciudad, tan cateto él como siempre, incluso cuando interviene en las zonas más sensibles de nuestra universal Granada, ha acabado de rematar una Alcaicería que poco a poco va perdiendo el encanto de lo granadino que pudiera haber en su trama urbana. En esta ocasión, el señor alcalde no ha podido quitar árboles, porque no los había, pero sí ha puesto sus "azulejos de cuarto de baño" en pleno centro de la ciudad.

Un detalle del cableado que de forma evidente (cuando en este siglo hay muchas formas de ocultarlo en sitios especialmente sensibles como este) afea de una forma considerable la decoración de la Alcaicería.

Estos andamios llevan años tapando y dificultando el trasiego humano de la zona de contacto entre la Alcaicería y la calle Oficios y Plaza Alonso Cano. ¿Hasta cuando?.

Detalle del pavimento tan impersonal y anodino que se ha colocado en una zona tan sensible desde el punto de vista tradicional.

Finalmente una fotografia en la que se puede apreciar buena parte de las señales del deterioro de la Alcaicería: suelo impersonal, resbaladizo y reflectante, cables varios apareciendo por las fachadas y pintadas en las paredes. Toda una batería de sensaciones para atraer al visitante.

1 comentario:

Stefanía dijo...

que razon tienes amigo en todo , es una pena que unos pocos solo se den cuenta de esos detalles....Granada o Garnata como la llamaban los arabes es un tesoro que poco a poco van expoliando alcaldes incompetentes...

Y por no hablar de la Gran vía....y sus picos de metal en las aceras ...todo un acertijo a esquivar en toda la calle...
Saludos de una Granadina!