No lo puedo remediar, cuando voy paseando por la Granada más antigua me gusta mirar las azoteas de ensueño, los balcones imposibles y las ventanas desencuadradas. Las fachadas y sus prolongaciones hacia el cielo se convierten en un campo increible de observación con sus múltiples variantes de estilos, disposiciones geométricas de los vanos y añadidos a veces tan estrambóticos como interesantes. Es Granada una ciudad muy propicia para distraerse en tales observaciones, ya que sus barrios han ido asimilando con el paso de los siglos diferentes formas de diseñar un edificio, e incluso ese paso de costumbres y usos es frecuente observarlos en la misma construcción, con lo que el paseo se vuelve más interesante. Aquí pongo sólo algunos ejemplos de lo que Granada puede ofrecer alzando la vista de vez en cuando, y jugando a ser un niño (o un conato de artista) con la geometria de las paredes granadinas.
En la cuesta de Cuchilleros podemos ver esta curioso torreón, en el que destaca las distintas tonalidades de blanco: la de los ladrillos de la fachada, la de la colcha que seca sus humedades y la de los plásticos que se enrollan, sin motivo aparente, en lo más alto. Las persioanas enrolladas impiden apreciar del todo los bellos arcos que culminan las ventanas, aunque por otro lado son un contrapunto asimétrico (una está más caída que otra), al que contribuye también la lucha visual entre las macetas y la colcha, de la que sale ganando claramente la última.
Justo al lado de la anterior imagen, nos encontramos con este juego de balcones, en el que un señorial balcón cerrado (con madera y con visillos), aprisiona a un pequeño balcón que sin embargo, gana en interés al anterior, bien por su remate tallado de cuarterones, bien por su persiana que parece colocada con estilo, bien por su impresionante saliente sobre la calle, con zapatas incluidas.
En la Plaza de Villamena nos encontramos con este juego de azoteas de dos casas distintas, tan diferentes entre sí, que se complementan visualmente. A la izquierda una azotea, con dos remates también distintos. A un lado, un alzado abierto, con una repisa inverosimil para macetas; al otro, un cierre macizo, con ventanas que parecen no abrirse desde hace tiempo. En la vivienda de la derecha, la azotea destaca por su esquina en chaflán y por su cierre de malla. Todo el conjunto, en fin, supone una graciosa disposición anárquica que ofrece mil y un detalles que explorar.
Desde la calle Santa Escolástica se puede observar esta maravilla de vivienda en la que de una forma muy vertical los distintos alzados nos conducen a una azotea que se convierte en el mejor mirador para las puestas de sol granadinas. Curioso es además que se pasa de un diseño centrado en dos balcones centrados en la pared a otro distinto en la azotea, en la que una pequeña puerta acompaña a lo que puede ser un gran ventanal, pero que por falta de uso parece cerrado a cal y canto por una sellada persiana. El desvalido toldo de la azotea y la caída hacia la izquierda del tejado dan el último toque a un conjunto armonioso en su desajuste, vaya, como a mí me gusta.
En la placeta de Tovar nos encontramos con este curioso remate que desde el suelo se asemeja imposible. La tímida terraza, a la que divide en dos mitades asimétricas una rara columna azapatada (si se me permite el término), se ve totalmente sepultada bajo una curiosa edificación que, al menos a este lado, ofrece sólo un pequeño vano, pero cuya baja altura parece querer ofrecer al paseante un juego de posibilidades de uso. Las inevitables antenas y la roída chimenea culminan el juego de formas anárquicas.
Aunque sin ser terrazas, ni balcones, ni azoteas, estas ventanas de una casa aledaña al Corral del Carbón, ofrecen también un sugerente juego de vanos en la desconchada pared de la medianera. Las dos ventanas gemelas de la izquierda aparecen cerradas por rejas que no se explican a tamaña altura. Pero lo que más llama la atención de la fotografía esos curiosos postes de luz, que con sus múltiples ángulos, formas y salientes (junto con los cables que los conectan) forman una tupida red que se antepone a las vistas hacia el cielo granadino de las ventanas.
A la espalda de la Carrera del Darro, justo antes de desembocar en el Paseo de los Tristes, nos encontramos con este bello juego en la parte trasera de la casa, que da al río Darro, mientras la fachada principal y la puerta dan a la Carrera. Envidia da la terraza inferior de la casa para pasar las cálidas noches veraniegas a orillas del río en un romanticismo al que incluso ayuda el desangelado uso de la misma, con sus estanterias, alguna persiana fuera de lugar o plantas que aguantan la humeda del río bajo unas vigas de madera que se alargan hacia la izquierda hasta confundirse con la base de una segunda terraza algo más principesca y dotada para escuchar las romanzas de algún romeo. En el cuerpo intermedio es más que curioso el espacio situado entre las dos columnas de ladrillos, de color crema, que enmarcan dos preciosas ventanas con bellos cerramientos descolocadas hacia la derecha, con las que compite por el espacio una humilde ventana pero orgullosa. Y al final, una azotea, con bellos remates de madera, partida de forma asimétrica pr una chimenea, y a cuya izquierda aparece una zona edificada en la que se abren dos pequeños vanos: uno cruzado por dos tablillas y el otro solo partido en dos por una madera horizontal. En fin, que se puede pasar un buen rato buscando originalidades en esta trasera.
Para finalizar, un conjunto de fachadas, alguna con algún estilo más moderno que otra, que se puede observar desde el primer puente de la carrera del Darro. Tanto de la primera y más vertical, como de las que aparecen en segundo plano o a la derecha se pueden sacar muchos comentarios, pero no quiero cansar más al que hasta aquí ha llegado, y prefiero que sea él o ella quien siga mirando las fachadas, las azoteas, las ventanas y los balcones de Granada con más detalle.
2 comentarios:
Me extraña que no aparezca en este post el llamdo "balcón de los Pintores". Lo he buscado en el Albayzín mil veces y no he conseguido encontrarlo, aunque tengo fotos.
AG
Amigo Alberto, con esta entrada sólo pretendía dar una muestra de lo que podemos encontrarnos los granadinos alzando un poco la vista mientras paseamos y no un catálogo de los balcones o terrazas granadinas más interesantes, que eso escapa a mi conocimiento y a mis medios. El Balcón de los Pintores está entre la calle Azacazuela Alta (si subes por esta calle quizás puedas verlo)y la calle Guinea, al final del callejón del Aljibe del Trillo, y su visión ha sido bastante perjudicada por nuevas tapias, por lo que la vista que se ve en antiguas postales y fotografías está ya perdida para siempre. Un saludo.
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