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03 septiembre, 2010

GRANADA SUR: PAISAJES INHÓSPITOS.


En la zona sur de la ciudad de Granada se está produciendo en los últimos años una modificación absoluta de su paisaje. Se pierde sin remedio la Vega que refrescaba las noches del barrio del Zaidín para ir imponiéndose las construcciones del Campus de Salud, las de unos cuantos bloques de vivienda y la enorme mole del Nevada, aquella que un juez calificó acertadamente como un "leviatán en medio de la Vega". Mientras éste acaba por construirse o no, mientras el Campus de la Salud sigue su lento avance, mientras el Metropolitano espera ya con los railes puestos a que algún día cruce algún vagón por esta zona; mientras todo eso llega, en estos momentos, al pasear por la zona a uno le da la impresión de estar inmerso en la soledad de un mundo postapocalíptico en el que el paisaje parece totalmente deshumanizado, paradoja de una intervención tan acusada del ser humano en un espacio geográfico que por ahora espera con sus matojos, sus gruas, sus ya envejecidas aceras y su cemento armado a que algún día se convierta en un lugar menos inhóspito y en el que la salud, aparte de en facultades y en hospitales, tenga su referencia también en el entorno natural de nuestras ciudades.

Entre tubos, casetas de obra, gruas, perforadoras y vallas, se deja ver la Granada alta de los cármenes y hoteles de lujo, de los palacios y las iglesias alhambreñas; paisajes tan distintos y tan cercanos para el curioso paseante.

Un imponente árbol seco y sin ramas entre carreteras y autovías, y con el fondo del Nevada, es la mejor metáfora de cómo la naturaleza no siempre es tenida en cuenta en las nuevas urbanizaciones de las parcelas urbanas.

Las farolas asaltadas para robar su cobre (todas las farolas), las baldosas levantadas y los matojos que invaden las calzadas y los solares indican que cuando empiece a funcionar el Campus de la Salud habrá que gastarse de nuevo el dinero para reurbanizar toda la zona.

Lo que será el más moderno hospital de Granada dentro de unos años, es ahora una estructura vacía, fantasmagórica y grandiosa entre los matojos secos de los solares aledaños.

A falta de árboles, los estorninos asaltan las torres de luz sin miedo a electrocutarse ni tampoco a la presencia humana.

El renovado cortijo de las Angustias será la sede las oficinas centrales del Campus, pero en realidad lo que será es un recuerdo del antiguo paisaje de la Vega granadina, verde, rica y frondosa, y ahora rodeado de gruas y vallas. Tan sólo dos tristes árboles acompañan al cortijo en la espera de un futuro algo más verde.

El sol del atardecer, hoy pálido entre nubes tristes, son el perfecto fondo para el paisaje de hierros que hoy reina sobre el sur de la ciudad de Granada.

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