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23 diciembre, 2010

LAS TORRES DEL ALBAICÍN


El paisaje de Granada estaría incompleto sin el conjunto de torres (mudéjares la mayoría) que adornan el caserío del barrio del Albaicín. La mayoría de estas iglesias albaicineras están construidas sobre antiguas mezquitas árabes, algunas incluso conservan algunos restos de dichas mezquitas; unas tienen el color blanco intentando mimetizarse con el barrio que las acoge mientras otras adquieren el color rojizo del ladrillo que les da forma; algunas son más esbeltas que otras y buscan el cielo con más gracia que las más chatas; algunas incluyen sencillos elementos decorativos junto a las ventanas que muestran sus campanas mientras que la sencillez de las demás denotan siglos de destrucciones y reconstrucciones; todas en fin muestran su perfecta y conseguida geometría para romper y realzar el paisaje de muros blancos, cipreses y casas que, como si fueran bancales, se dejan caer hacia el río Darro. En este recorrido no están todas las que son (faltan algunas como la antiquísima pero escondida torre de la iglesia San Juan de los Reyes, parte de la cual es minarete del S.XIII), pero si son todas las que están.

La iglesia del Salvador está construida sobre la antigua mezquita mayor del Albaicín, de la que se conservan restos en el patio adosado a la iglesia. La torre del Salvador no hace justicia a la importancia que tuvo la Colegiata desde su construcción en el 1501, pero la torre, como la mayor parte de la iglesia, fue destruida por un incendio en en el convulso mes de marzo de 1936. De ahí su sencillez, lo que no impide que sea una de las más visibles desde la otra orilla del Darro.


Otra iglesia que sufrió por las convulsiones de la época (esta vez del año 1933) es la escondida y pequeña iglesia de San Luis, de la que queda solo su torre, reconstruida en el año 1794, y algunos muros perimetrales. La torre de San Luis es lo único que en la actualidad identifica claramente el carácter histórico y artístico del edificio en una zona del Albayzín donde abundan los restos de casas moriscas quinientistas.


La iglesia de San Cristobal fue construida con una cierta pobreza, usando en parte piedras procedentes de sepulturas musulmanas. La torre es triste testigo de la altísima y esbelta torre que hubo en su lugar hasta que tuvo que ser derribado su cuerpo alto a causa de un terremoto en el año 1804, como se denota claramente en el forzado encajamiento del tejado sobre el cuerpo de la torre. Sólo su emplazamiento, en uno de los lugares más altos del Albaicín, ayuda a dejar su impronta en el paisaje.





En esta fotografía observamos dos torres bien distintas. En primer plano, la torre de la conocida iglesia de San Nicolás, punto neurálgico del Albaicín más turístico. También fue destruida, esta vez en las revueltas del 10 de agosto de 1932 y reconstruida casi en su totalidad, por lo que la torre muestra una sencillez extrema, sólo realzada por el color blanco de sus muros, que le da una cierta elegancia al alzado. Detrás de esta, aparece la original torre de la iglesia de San Bartolomé, una de las más bellas de Granada, en la que destaca su variada decoración tallada en ladrillo y los arcos ornados de azulejos y discos vidriados bajo la cornisa del campanario. Su situación, más escondida, hace que a pesar de su belleza, sea menos conocida que la torre de San Nicolás.




Quizás la torre del Convento de Santa Isabel la Real no sea tan impresionante como las joyas que guarda en su interior o como la portada ojival, pero en su sencillez es una torre grácil construida en 1549 con arcos decorados en sus enjutas por azulejos moriscos y con un pequeño balconcillo que dirige su mirada hacia la colina de la Alhambra.




Otra de las torres más visibles del Albaicín, a la que ayuda la blancura de sus muros, es la esbelta torre de la iglesia de San Miguel Bajo, la cual, sin adornos especiales, sí tiene un sugerente juego de vanos que se rematan en el campanarios con ventanas de limpia geometría.




La torre exenta de la iglesia de San José es otra cosa,pues es muy anterior a la construcción del templo. En ella aparecen aún los restos del antiquísimo minarete (el único conocido en España anterior a la época almorávide) de la Mezquita de los Morabitos. Aunque algo desfigurado por el cuerpo de campanas agregado por los cristianos, conserva una interesante fábrica de lajas del cercano pueblo de La Malahá, entre la que destaca el arco de herradura tallado en la piedra a mitad de la torre. A sus pies, como era lo normal en las mezquitas, se sitúa un aljibe árabe.




En los límites del Albaicín, en la calle Elvira, se puede apreciar la preciosa torre de la iglesia de San Andrés, construida en en torno a 1530-40 por Bartolomé de Villegas en fábrica de ladrillo, destacando, además de su altura, la decoración tanto en las enjutas de los arcos como en el remate del tejado, sobre el que se posa un chapitel decorado con pequeños vanos circulares que le dan su especial originalidad a esta torre.




Quizás la torre más bella de las mudéjares de Granada es la de la iglesia de Santa Ana. Construida en torno a 1562 por el albañil Juan Castellar. Destacan en ella sus balcones con arcos, como el ageminado que se situa justo debajo del cuerpo de campanas, el encuadramiento de ladrillo tallado y sobre todo, las albanegas de azulejos blancos y azules, los cuales aparte de decorar los arcos, también lucen en la cornisa y en el cuerpo del chapitel, y cuyo diseño en zigzag da un aire tan bello como novedoso al remate de esta preciosa torre.



Acabamos nuestro recorrido en la iglesia de San Pedro, en uno de los entornos más bellos de la ya de por sí atractiva Carrera del Darro. La torre se acabó de construir en el 1593.La torre es algo maciza pero está aligerada tanto por el retranqueo del cuerpo de campanas como por el saliente del alero; pero sobre todo destaca su impresionante encaje en un paisaje de por sí idílico.










2 comentarios:

racapu41 dijo...

Barrio de calles y callejuelas, rincones que siempre, una y otra vez, te sorprenden, aunque los hayas visto miles de veces, siempre existe un rincón que te parece nuevo... de ayer y tiene más años que maría castaña. Es único, pequeño de perímetro, pero su magia es universalmente conocida desde que yo tengo memoria, aunque ahora me traiciona, pero sus rincones, sus calles, sus plazoletas, sus farolas, su empedrado…es todo para enmarcar… en un marco como una Catedral y…tal vez, no recogería todo su embrujo y su belleza mágica.
Las Iglesias y sus Torres son un vivero de elegancia que han resistido las años y los siglos, su perfil es un hechizo de belleza y de embrujo a un tiempo, todo en el mismo marco, envuelto por el aire fresco del invierno y soportando los calores de los tórridos veranos: el tiempo no pasa ni por ellos, ni por su belleza incomparable.

Racapu41,un albaycinero… de los pies a la cabeza.


racapu41 dijo...

En estos últimos meses subo bastante por el Albayzin que con hermosas fotografías nos ilustras y nos levantan el ánimo que, a estas alturas de la vida, anda ya a trancas y barrancas, aunque “despacito”, eso sí, como dice la canción de moda.

Siempre acompañado con un primo hermano que, como yo, albaycinero…estamos enamorados y dirás tú: ¿qué dices…? Si, calma, enamorado hasta las trancas de nuestro Barrio, del que él fotografía: cada esquina, cada rincón, nos extasiamos con la belleza de las vitas que se dominan: desde S. Miguel, San Nicolás, Las cuevas del Sacromonte.

No sigo, porque no acabaría y/o sí, pero diciendo alguna que otra majadería, a estas alturas de la vida, ya no estoy para ninguna locura, aunque, a veces, me falta la cordura.
Me encanta hasta el tuétano, las fotografías que nos muestras; perspectivas inigualables, espacios increíbles, perspectivas única de nuestra …“Grana del arma”.

En fin a esta alturas de la vida me faltan el genio para recitar ese rosario de “piropos” que siempre serian pocos y de poca inspiración, porque Graná, más que piropos es digna de veneración.

Un admirador de Graná desde Sierra Nevada hasta Montes Vives y Sierra Elvira.

Rafael